La Jornada - El Correo Ilustrado
El gremio médico fue el primero en
ser defenestrado y precarizado por las políticas de ajuste del gobierno
(tanto federal como locales) y la voracidad de las grandes corporaciones
(industria farmacéutica, cadenas de distribución de medicamentos y
farmacias, compañías de seguros y corporativos hospitalarios). Ahora son
las enfermeras, trabajadoras sociales y personal paramédico quienes
están en la mira de esas políticas.
Resulta ejemplar la respuesta
colectiva y contundente del personal de enfermería a escala nacional
para detener la ofensiva neoliberal de precarización del trabajo de los
profesionales de la salud, que es al fin y al cabo lo que está detrás
del decreto que equipara el trabajo de enfermería con una actividad
artesanal.
En este Día de la Enfermera es justo reconocer el alto valor,
dedicación y profesionalismo de su noble labor y sumarse a la defensa
que hoy se libra no sólo por la dignidad como profesionistas sino como
personas. Les asiste la fuerza de la razón, claramente demostrada cuando
se observa que el gobierno federal no ha sido capaz de esgrimir ningún
argumento que justifique esta decisión, porque en los hechos no hay
ninguno válido desde todo punto de vista ético o racional. ¡Qué
contraste con el gremio médico, que permitió que se impusieran modelos
de explotación inadmisibles desde todo punto de vista humano y laboral
de manera prácticamente inadvertida en los últimos ocho años,
caracterizado por contratos eventuales por honorarios, sin seguridad
social ni antigüedad ni otras prestaciones, en montos insuficientes para
una manutención promedio, que es la tendencia en todos los hospitales
públicos y privados de todos los niveles de todo el país, o alquilarse
en alguno de los miles de consultorios ubicados en farmacias y en
tiendas minoristas que regalan el trabajo y los años de formación y
estudio del médico como estrategia de mercadotecnia para vender los
medicamentos que a ellos les interesa comercializar.
Si la sociedad en su conjunto y los profesionales de la salud
no asumen un papel activo, el derecho a la salud quedará diluido cada
vez más en un sistema de completa anarquía sujeto a las leyes del
mercado de manera cada vez más voraz y despiadada. Es momento de sumar y
fortalecer este movimiento.
Gabriel Pérez R., médico pediatra, ex consejero universitario por la Facultad de Medicina, UNAM