Julio Hernández López - Astillero
Enrique Peña Nieto
(EPN) estuvo en Nueva York en plan triunfalista. Pronunció un discurso
más de los que anualmente son presentados en la asamblea de las Naciones
Unidas sin que nadie se entere más que para fines protocolarios, en esa
fiesta internacional de la intrascendencia diplomática. Participó,
además, en diversos actos que le resultaron gratos, uno de ellos para
recibir una distinción (inexplicable o, en la más generosa de las
hipótesis, aún prematura) como Estadista Mundial 2014 de parte de Appeal
of Conscience (Llamado a la conciencia), fundación integrada por
representantes de diversas religiones, encabezada por el rabino Arthur
Schneier, quien le dijo al mexicano: ‘‘A veces tengo profecías, y usted
me oyó decir antes que usted va a asumir un papel de liderazgo en la
escena mundial’’.
En el comité de fiduciarios y consejo consultivo de la fundación que
entregó a Peña Nieto su diploma de Estadista Mundial está el ‘‘Hon. John
D. Negroponte’’ (http://bit.ly/1upBZnc
), diplomático estadunidense especializado en espionaje,
intervencionismo y desestabilizaciones, cuya hoja de servicios incluye
episodios muy oscuros, acusado en Honduras de promover guerra sucia contra
guerrilleros y opositores al gobierno títere, con tortura y asesinatos
incluidos, y de conseguir financiamiento ilegal para poner en
funcionamiento a los contras en la Nicaragua sandinista.
Negroponte fue embajador de Estados Unidos en México durante el
salinismo y fue un especial operador en torno al diseño y firma del
Tratado de Libre Comercio.Pero no todo fue sombrío en la entrega de los certificados aspiracionales de Estadista Mundial 2014, pues otro de ellos fue entregado a Robert A. Iger, quien (¿también?) ejerce un liderazgo trascendente en el mundo de las fantasías, como presidente y director ejecutivo de la compañía Walt Disney. Por cierto, entre los asistentes a la ceremonia de entrega de esos reconocimientos, vaticinios o esperanzas estuvieron el supermillonario mexicano Carlos Slim y el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin.
En esas y otras reuniones similares, el ex gobernador del estado de México tuvo como tarjeta de presentación las reformas estratégicas que logró imponer en menos de dos años de estar como ocupante de Los Pinos, de manera relevante la relacionada con los energéticos, que constituyen un apetitoso pastel para inversionistas y poderes prácticos, uno de ellos el estadunidense que, sin disparar una sola bala ni molestarse en intervenciones militares, ha convertido a su vecino en dócil reserva petrolera. El agradecimiento de la potencia norteña es tal que, por ejemplo, ayer el monolingüe político de Atlacomulco fue sentado en una mesa de honor a la diestra de Barack Obama, quien tuvo a la siniestra al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon (ahora, México participará en acciones de paz en países en conflicto). A su vez, el mexiquense tuvo a su diestra al rey de España, Felipe VI (quien, afortunadamente, sí habla español).
El efecto Atlacomulco es imparable, pues ayer mismo se supo de otro reconocimiento en el extranjero a funcionarios que en México no rinden las buenas cuentas que desde fuera suponen o quieren suponer. El beneficiario es Luis Videgaray, señalado por la revista Euromoney como ministro de finanzas del año. Lo aberrante es que al hombre que ha tenido estrangulada a la economía mexicana no se le ‘‘premia’’ por los resultados concretos y medibles que hubiera tenido durante determinado lapso de su ejercicio como secretario de Hacienda, sino por algo que en dado caso correspondería al ámbito de lo político: ‘‘su participación en el logro e implementación de las reformas estructurales que se llevan a cabo en México’’, según precisó Clive Horwood, editor de la publicación europea.
Es notable la ansiedad de grupos políticos, empresariales y
mediáticos del extranjero por apuntalar el proceso reformista iniciado
por Peña Nieto. Euromoney se ha tropezado en busca de reconocer
a Videgaray lo que no ha hecho y nadie sabe si realmente llegará a
hacer. Véase la explicación oficial de esa revista al dar a Videgaray el
título de ministro de finanzas del año: ‘‘Este reconocimiento es un
reflejo del efecto transformacional que el reciente programa de reformas
estructurales tendrá sobre la economía de México’’ (http://bit.ly/1uHJX7u
). Otro apuntalamiento a EPN ha sido su designación como presidente de
la Alianza para el Gobierno Abierto, convenio suscrito por 64 países en
busca de transparentar la conducta y acciones de funcionarios públicos.
México ni siquiera ha creado la comisión contra la corrupción que EPN
anunció durante su campaña electoral, y la Secretaría de la Función
Pública es una oficina abandonada, sin titular en firme, que ya ni
siquiera simula algún tipo de indagaciones y castigos a la galopante
corrupción nacional en todos los ámbitos de gobierno.
El ‘‘efecto transformacional’’ del peñismo sobre los partidos de
oposición pactada provoca turbulencias en el Senado, donde el servicial
presidente de la mesa directiva, el perredista Miguel Barbosa, ha sido
acusado de preparar un acto para el lucimiento de Peña Nieto, según eso a
título de un foro sobre federalismo. El mexiquense ha usado una y otra
vez en sus giras al extranjero la referencia a que sus reformas fueron
logradas en 20 meses y con la participación aprobatoria de los
principales partidos adversos al suyo. Ese control excesivo sobre
perredistas chuchos y no (Barbosa formaba parte de Nueva
Izquierda y ahora ha decidido iniciar su propio negocio particular,
aunque en momentos difíciles no será extraño que las querencias reúnan a
los antiguos socios), lleva a los estrategas de Los Pinos a diseñar
actos de pleitesía faraónica como el que pretenden realizar el próximo
30. Dolido porque a su entender Los Pinos ha desatado una campaña de
desacreditación contra el PAN, con fines electorales, el maderismo exige
que haya debate partidista con EPN, pero Barbosa se esmera en que no
haya riesgo alguno para el visitante en jefe. ¡Hasta mañana!