El Correo Ilustrado-La Jornada
El sábado 9 de noviembre de 2013 La Jornada me hizo favor de publicar una indignada denuncia periodística que tituló Denuncia acto ecocida de CFE. Esta infausta comisión gubernamental, por petición de las monjas oblatas que tienen su convento frente a mi casa, habían iniciado la tala de cuatro portentosos fresnos más que centenarios, que está(ba)n sobre subanqueta. Era(n) los fresnos el hábitat de una banda de loros y de dos clases de ardillas. En aquella fecha la repudiable CFE probablemente avanzó 20 o 25 por ciento en sus propósitos criminales. Mi denuncia fue respondida entonces por la CFE de manera vilmente falsa: que los fresnos eran peligrosos.
Resulta que los fresnos dejan caer en otoño e invierno una gran cantidad de hojas en el amplísimo patio de las monjas (como en la calle o como en mi casa y las de mis vecinos), y eso entorpece el negocio de bodas, bautizos, primeras comuniones y demás que estas monjas ignorantes tienen en la capilla construida dentro del convento. Aparentemente, mi denuncia había parado el ecocidio. Ayer lunes 10, después de una taimada espera, regresó la CFE a satisfacer la torpe fechoría que deseaban las monjas. Supongo que ellas no tienen el poder para que la CFE responda favorablemente a sus tonterías, pero pueden hacerlo a través de la alta jerarquía eclesiástica, seguras de que este Estado laico se pondrá a sus órdenes. El gobierno de la ciudad, y el de la delegación Tlalpan, por supuesto, para estos efectos, valen cero. Dos fresnos han muerto, y los otros dos seguramente esperan la guillotina.