sábado, 22 de enero de 2011

“Llegamos en 10 minutos... ya no había nada”

Comandante policial y secretario de la alcaldía niegan omisión por órdenes de Esparza o por miedo a éste durante la agresión a periodistas.
2011-01-22•Política
Tetepango, Hidalgo. En entrevista con MILENIO Diario, el director de Seguridad Pública de este municipio, Alberto Reyes Porras, niega que haya habido negligencia de su parte y de sus elementos para auxiliar al reportero Javier Vega y al camarógrafo Juan Carlos Martínez de MILENIO Televisión, quienes fueron agredidos el jueves pasado por empleados del líder electricista Martín Esparza mientras grababan escenas del rancho que el dirigente del SME tiene en el poblado aledaño de Juandhó.
“Llegamos diez minutos después de que recibimos la alerta y ya no pasaba nada”, comenta el comandante policial, quien, ante pregunta expresa, rechazó que se hayan abstenido de intervenir por órdenes de Esparza, o por amistad con él. “Aquí se atiende a quien sea, contra quien sea, sin importar quién sea”, agregó.
En su pequeña oficina del palacio municipal, narra que a las 13:25 del jueves recibió una alerta a través del sistema C4 (las llamadas de emergencia nacional se reciben en el 066 y son canalizadas a los cuerpos policiales pertinentes en cada entidad o población) y aproximadamente diez minutos después, a las 13:35, estaba ya frente a la puerta del rancho de Esparza. Una vez ahí, el jefe policial dice haber hallado a los trabajadores de Esparza, quienes le indicaron que los periodistas ya se habían retirado del lugar gracias a un aventón. Reyes Porras dice que sólo comprobó que ahí se encontraba el vehículo de MILENIO con los cristales rotos y las llantas ponchadas.
El comandante afirma que posteriormente fue a hacer recorridos para ver si hallaba a los reporteros y, al no tener éxito, retornó a Tetepango donde, minutos después, dos helicópteros de la Policía Federal sobrevolaban a baja altura la cabecera municipal y varios efectivos descendían a rappel, lo que, según dice, causó pánico y terror en la población, ya que en marzo de 2010 hubo enfrentamientos en el lugar entre electricistas y elementos federales.
“Nosotros, de verdad, no cometimos ninguna omisión”, concluye el mando policial.
Entrevistado aparte, el secretario del presidente municipal priista (Zacarías Hernández), Sergio Benítez, quien además es electricista y votó en los recientes comicios del SME del 29 de noviembre pasado (según se aprecia en una constancia de su votación que tiene en su escritorio), explica que el municipio, compuesto por tres comunidades con 17 mil habitantes, sólo tiene 14 policías, de los cuales laboran cada 24 horas siete elementos, y que, ante tal carencia, el jueves pasado no podían desplegar más personal para atender el llamado de emergencia (sólo acudieron el jefe de la policía y un elemento), ya que los demás uniformados cuidaban la salida de alumnos de las escuelas y la entrega de recursos del programa Oportunidades que se realizaba ese día.

—¿El asunto no fue por amistad o miedo a Martín Esparza?
—No, en cuanto se recibió la llamada en el C4 se desplazaron los dos elementos.
—Pero aquí sí hay mucho apoyo y simpatía por Esparza, ¿no?
—Bueno, imagínese, 60% de la población trabajaba en Luz y Fuerza. Eso nos ha mermado económicamente, cerraron los negocios porque no había derrama económica, algunos cobraron liquidación pero no se ha repuesto la situación económica. Este lugar ya pasó de modesto a… jodido.

Y sí, los lugareños que acceden a platicar (pocos) confirman que Esparza es querido aquí, en este lugar que es “territorio SME”, como se aprecia en numerosas pintas que hay en Tetepango, Ulapa y Juandhó, las tres comunidades del municipio. Y avalan lo que dice el secretario, que el líder electricista es benefactor en su territorio: que arregla calles o las pavimenta; que arregla y acondiciona escuelas; que ayuda en las parcelas con recursos…
En Juandhó, pueblo del rancho y de la casa de Esparza, pueblo que luce semiabandonado, con una plaza de toros que está ruinosa, hay una familia que ha pegado una pequeña manta en la puerta de su casa: “Este hogar es 100% electricista”. Un hogar donde, como en la mayoría del poblado, la gente está enojada con los fuereños.

—Imagínese que a ustedes los corrieran de pronto así nomás y se quedaran sin trabajo y no tuvieran dónde hacer lo suyo, dónde trabajar, ¿cómo estarían? —comenta el ama de casa.
Nos acercamos a otra vivienda que tiene un negocio de talachas en su frente.

—Buenas tardes…

—¿Qué tienen de buenas? —expulsan al reportero y al fotógrafo del lugar.

Afuera de lo que son instalaciones con vidrios rotos de la CFE (antes una subestación de Luz y Fuerza), custodiadas desde el interior por policías estatales y soldados, nos estacionamos mientras Javier García usa su cámara. Un trabajador de CFE sale y, desde la reja, advierte:

—Ésta es una empresa de alto riesgo. A veces nos apedrean los del movimiento, así que les pedimos que se vayan para que no los afecten si pasa algo…

Territorio SME. Territorio Esparza. Nos vamos...