Telefonistas Rechazan Cambios en su Contrato Colectivo
Carlos Guillén S. / Secretario de Prensa del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear
Colaborador Voluntario de Frecuencia Laboral
El 26 de julio del 2017 se realizó una gran
movilización de trabajadores convocada por el Sindicato de Telefonistas
de la República Mexicana a la cual asistieron de manera solidaria una
importante cantidad de organizaciones sindicales y campesinas. Destaca
entre éstas, la presencia solidaria del Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME). La marcha fue una movilización en la que se expresó
la solidaridad con los telefonistas y expresó los elementos comunes que
tienen las luchas actuales de telefonistas, electricistas y otros
sectores: la defensa del derecho al trabajo.
El SME debió realizar un plantón que para ese
momento ya llevaba más de un mes, en demanda de que el gobierno
cumpliera los acuerdos alcanzados en el marco de la lucha por la
reinserción laboral de los electricistas, lucha que también generó una
amplia solidaridad. A su vez, los telefonistas se manifiestan y han
emplazado a huelga, contra la pretensión del Instituto Federal de
Telecomunicaciones de dividir a Teléfonos de México, con lo que se
pondría en riesgo la materia de trabajo y la contratación colectiva. Es
decir, está en riesgo el empleo mismo de los telefonistas.
En estos casos, la lucha es en defensa de los
ingresos de los trabajadores, que las empresas pretenden disminuir con
el pretexto de que se trata de medidas para mantener la viabilidad de
las fuentes de trabajo en un marco de crisis, competencia y cambios
tecnológicos.
Otra lucha reciente es la
del magisterio democrático, en contra de una llamada reforma educativa,
que en lugar de hacer un análisis del estado de la educación en México,
de ubicar sus problemas y plantear soluciones a los mismos, desde su
inicio dejó claro que se trataba en realidad de una reforma laboral para
arrebatar los derechos laborales de los trabajadores de la educación.
En diversos centros educativos y de
investigación, hay una situación cada vez más insostenible por la
negativa a contratar personal, sobre todo académico, lo que combinado
con la sustitución del salario por estímulos, que genera competencia
entre trabajadores y dificulta el trabajo en equipo, esencial en la
investigación y condiciones pésimas para la jubilación, entre otras
medidas, ha llevado al envejecimiento de las plantillas de personal, a
poner en riesgo la propia viabilidad de las instituciones y a alejar
cada vez más la posibilidad de que la educación y la investigación sean
elementos para el desarrollo nacional.
Todas
estas luchas y problemas tienen en común las políticas contra los
trabajadores y sus organizaciones y la defensa del empleo, el salario y
la contratación colectiva. Pero también tienen en común un elemento
adicional que no siempre se toma en cuenta o no se la da la debida
importancia. Se trata de la defensa de la materia de trabajo.
El ilegal cierre de Luz y Fuerza, fue un
artero ataque contra el Sindicato Mexicano de Electricistas. Pero no
solo eso. Se trató de sacar del escenario a una organización que siempre
luchó en defensa de su materia de trabajo, para que ésta sirviera a los
intereses nacionales. Se adujeron mil pretextos sobre la situación de
la empresa, pretendiendo ignorar que el SME siempre tuvo propuestas para
mejorar la situación a la que la llevaron sus administradores.
En el caso de Telmex, desde la discusión de
la reforma a las telecomunicaciones la posición de los trabajadores ha
sido de defensa de su materia de trabajo y porque en ésta los
trabajadores sean escuchados y tomadas en cuenta sus propuestas. Hoy se
aduce que se trata de favorecer la competencia y mejorar los servicios,
con medidas que abren el paso sin ninguna inversión a empresas
extranjeras --lo que contradice el discurso oficial—y que parecieran
ignorar que son los trabajadores telefonistas los que han sostenido con
su capacitación y experiencia el crecimiento de este sector.
En el caso de La Jornada , el
sindicato ha propuesto medidas para modernizar el diario y hacerlo
competitivo, incluso con propuestas que afectan los ingresos de los
trabajadores, sin que la empresa esté dispuesta a escuchar y negociar
con el sindicato. Situación similar ocurre en Tornel , donde también la empresa ha rechazado las propuestas del sindicato.
El magisterio democrático ha debido enfrentar
un cerco mediático que insiste en que los maestros defienden
privilegios y se empeña en ocultar las aportaciones que hacen en
aspectos medulares de su materia de trabajo. Lejos de defender solo
aspectos laborales, los maestros democráticos trabajan intensamente
porque su materia de trabajo, la educación, esté al servicio del pueblo
trabajador. Si algún sector ha asumido la defensa de su materia de
trabajo, es el magisterio democrático, con serias propuestas para
mejorar la educación.
Varios sindicatos de trabajadores del
conocimiento, como el Sindicato Unico de Trabajadores de la Industria
Nuclear (SUTIN), el Sindicato de Trabajadores del Instituto Mexicano de
Tecnología del Agua (SITIMTA) , el Sindicato Unitario de Trabajadores
del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (SUTINAOE) y
otros, son constantes en la presentación de propuestas para fortalecer
las actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico que
realizan sus respectivas instituciones, las cuales se han encontrado,
la mayoría de las veces, son oídos sordos de las administraciones y del
gobierno.
Todas estas luchas, van más
allá del salario y la contratación colectiva. Se defiende el derecho a
la electricidad, a las telecomunicaciones, a la información, a tener
empresas productivas, a la educación, a la investigación. Se defiende la
capacidad de los trabajadores para elaborar propuestas que mejoren
empresas e instituciones sin que ello implique pasar por encima de los
derechos de los trabajadores.
Esto, sin embargo, aún es insuficiente. Buena
parte del sindicalismo democrático sigue anclada a los aspectos
economicistas y gremialistas de la lucha sindical. Se requiere superar
estas limitaciones y llevar la lucha de los trabajadores, vale decir la
lucha obrera, al terreno de la producción, a disputar la orientación de
empresas e instituciones, a hacer valer las propuestas de los
trabajadores.
Al final de cuentas, lo que hace diferentes a
los trabajadores como clase social, es su capacidad de generar riqueza.
Ello implica que junto con la lucha por el salario y el empleo, debe
estar también hacer valer la personalidad e iniciativa proletarias.