La Jornada - Editorial
De acuerdo con datos de
la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), una
cuarta parte de la deuda de largo plazo de los grandes corporativos y
empresas del país, equivalente a 466 mil 512 millones de pesos, fue
financiada con recursos para la jubilación de los trabajadores
mexicanos.
minusvalíasde esos recursos. Ello es atribuible al hecho de que las inversiones realizadas por las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores), entidades encargadas de administrar los ahorros de los asalariados, se han empleado en forma creciente para invertir no en actividades productivas, sino en el mercado financiero.
Cabe recordar que, según información dada a conocer por la propia
Consar, la volatilidad en tales mercados durante el año pasado provocó
que las Afores presentaran rendimientos nominales magros, de alrededor
de 1.5 por ciento. Ello equivale a que los ahorros de los trabajadores
decrecieron en términos reales durante 2015.
La actual relevancia macroeconómica de los ahorros de los
trabajadores en el país –los recursos de las Afores representan 14.19
por ciento del producto interno bruto nacional– tendría que llevar al
gobierno a adoptar las medidas necesarias para garantizar el correcto
manejo y la administración prudente de esos fondos mediante instrumentos
de inversión seguros y garantizados que sirvan, al mismo tiempo, de
impulso para la reactivación de la economía nacional. A fin de cuentas, a
nadie es ajeno que el actual sistema de ahorro para el retiro, basado
en el lucro y la especulación financiera, plantea una estructura de
incentivos proclive a las malas prácticas de las entidades financieras
encargadas de administrar las cuentas individuales de los trabajadores y
que colocan a éstos en situación de vulnerabilidad.
Es necesario que las autoridades volteen a ver los ejemplos
que brinda la experiencia reciente en la arena internacional,
particularmente la de países europeos en los que los ahorros de los
trabajadores se han evaporado a consecuencia de la irresponsabilidad y
la ambición de especuladores.
Acaso la única forma de conjurar el riesgo de que esos ahorros se
esfumen por malos manejos o vaivenes en los mercados financieros sea una
reformulación profunda, con sentido social y no empresarial, del
sistema de ahorro para el retiro. Ante la falta de voluntad política
para avanzar en ese sentido, lo menos que cabe esperar es que las
autoridades refuercen los mecanismos de control y vigilancia para evitar
que el país enfrente, en un futuro que se vislumbra de por sí
complicado, escenarios de pesadilla.