La Jornada - Editorial
El miércoles pasado la
titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Arely Gómez,
informó que uno de los restos óseos supuestamente encontrados en el
basurero de Cocula había sido identificado por expertos de la
Universidad de Innsbruck, Austria, como pertenecientes al estudiante
normalista Jhosivani Guerrero de la Cruz, quien con otros 42 alumnos de
la normal de Ayotzinapa fue víctima de desaparición forzada el 26 de
septiembre pasado en Iguala. A decir de la procuradora, hay una
probabilidad de 72 a 1 de que el fragmento de hueso perteneciera a
alguien emparentado con la madre del joven normalista.
Por varias razones, la declaración oficial generó de inmediato el
rechazo de los padres y compañeros de los 43 desaparecidos y de diversas
organizaciones sociales que se han solidarizado con la lucha por su
presentación, el pleno esclarecimiento del ataque del que fueron
víctimas, la procuración e impartición de justicia y el resarcimiento
del daño. El primer motivo de descontento es que los familiares de
Guerrero de la Cruz se enteraron por los medios de las afirmaciones de
la procuradora Gómez, a pesar de que la PGR se había comprometido a
informarles de cualquier avance en la investigación antes de hacerlo
público.Una segunda causa de descontento es que el trabajo de los expertos de Innsbruck, por preciso que sea, no da pie para asegurar que el fragmento enviado a esa institución pertenezca realmente al joven desaparecido ni fortalece la versión elaborada por el ex procurador Jesús Murillo Karam de que los normalistas desaparecidos fueron incinerados en el basurero de Cocula.
Anteriormente, cuando la PGR informó que había sido identificado un fragmento óseo como perteneciente al normalista Alexis Mora, otro de los ausentes, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que ha colaborado con las autoridades mexicanas en las pesquisas, se deslindó de las conclusiones oficiales y señaló que
no existen elementos científicos suficientes por el momento para vincular los restos hallados en el basurero con aquellos recuperados, según la PGR, en el río San Juan.
En tales circunstancias, la conferencia de prensa ofrecida
antier por Arely Gómez, lejos de robustecer la credibilidad de la
versión oficial, la debilita, por cuanto deja demasiados cabos sueltos y
no ofrece datos firmes y concretos. Diversos sectores de la opinión
pública se quedan con la impresión de que el gobierno federal tiene
prisa por presentar resultados antes de que se llegue al primer
aniversario de la atroz agresión sufrida por los estudiantes de
Ayotzinapa.
Esta impresión resulta fortalecida por la captura de Gilberto López Astudillo, El Gil, a quien las autoridades presentan como
Si las autoridades quieren restaurar su credibilidad, dañada por las mútilples y graves inconsistencias de la investigación sobre los hechos ocurridos en Iguala hace casi un año, es necesario un verdadero cambio de actitud, no un mero renuevo de funcionarios al frente de las instituciones involucradas en la pesquisa.
Fuente: La Jornada - Editorial
Esta impresión resulta fortalecida por la captura de Gilberto López Astudillo, El Gil, a quien las autoridades presentan como
autor materialde las desapariciones, y quien durante casi un año, según la versión oficial, pudo permanecer prófugo aunque nunca abandonó el territorio de Guerrero. Tanto la libre circulación del presunto criminal –en una zona que tendría que estar intensamente vigilada tras la tragedia de Iguala– como su detención casi fortuita (
en flagrancia delictiva, en vía pública, por violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, además de la portación de una identificación falsa), a nueve días del 26 de septiembre, parecen hechos improbables.
Si las autoridades quieren restaurar su credibilidad, dañada por las mútilples y graves inconsistencias de la investigación sobre los hechos ocurridos en Iguala hace casi un año, es necesario un verdadero cambio de actitud, no un mero renuevo de funcionarios al frente de las instituciones involucradas en la pesquisa.
Fuente: La Jornada - Editorial