El compadre Neme nomás
ofreció disculpas. El proceso de licitación de la nueva IAVE (que no es
llave) fue impugnado y sospechoso; la aplicación aún hoy es
increíblemente torpe; la administración de Caminos y Puentes Federales
dejó a las empresas saliente y entrante que se arreglaran entre ellas y
confió en los reportes de que todo iba bien, y miles de conductores de
vehículos automotores siguen sufriendo una ‘‘modernización’’ que haría
estallar en renuncias a cualquier buró directivo de empresa privada,
pero el compadre de Enrique Peña Nieto sólo ofreció disculpas y prometió
mejoras dentro de
algunos días ante una comisión de senadores que emitió algunos posicionamientos discursivos críticos, pero que a fin de cuentas permitió al funcionario federal salir sonriente, al igual que sonriente ha de estar el beneficiario final de tanto brinco en suelo disparejo, el empresario favorito del sexenio, Roberto Alcántara, presidente del Grupo Toluca y próximo aspirante televisivo, camionero, aeronáutico, constructor y contratista a ser el Slim (Carlos&Charlie en tiempos salinos) de esta temporada atlacomulca.
Todo cabe en un errorcito o unas disculpas, sabiéndolo acomodar. Así
que el gobernador ‘‘aliancista’’ de Sinaloa, Mario López Valdez,
conocido como Malova, estima que hubo por ahí alguna pifia a la
hora en que envió una iniciativa de reformas a la ley de la
procuraduría estatal de Justicia, en la que establecía restricciones
escandalosas al ejercicio periodístico, y a la hora en que el dócil
Congreso local la aprobó tal cual, incluso sin leer sus términos, como
ahora han aducido algunos diputados para atenuar su responsabilidad.algunos días ante una comisión de senadores que emitió algunos posicionamientos discursivos críticos, pero que a fin de cuentas permitió al funcionario federal salir sonriente, al igual que sonriente ha de estar el beneficiario final de tanto brinco en suelo disparejo, el empresario favorito del sexenio, Roberto Alcántara, presidente del Grupo Toluca y próximo aspirante televisivo, camionero, aeronáutico, constructor y contratista a ser el Slim (Carlos&Charlie en tiempos salinos) de esta temporada atlacomulca.
Malova era priísta cuando el gobernador Jesús Aguilar Padilla consiguió nombrar a otro político, Jesús Vizcarra Calderón, como candidato al relevo, así que aceptó fungir como abanderado de PAN, PRD y Convergencia en 2010, en plena euforia ‘‘aliancista’’ impulsada desde Los Pinos y acompañada amablemente por el chuchismo para quitar al tricolor el poder en algunos estados, postulando a ex priístas súbitos, como Ángel Aguirre Rivero en Guerrero (contra Manuel Añorve), el propio Malova (acrónimo popularizado por su cadena de ferreterías), al convergente Gabino Cué en Oaxaca y al gordillista Rafael Moreno Valle en Puebla. Los cuatro experimentos de ‘‘alternancia’’ aliancista han resultado absolutamente fallidos, sin que se cumplieran las expectativas de cambio que sin fundamento algunos asignaban a políticos que provenían de la misma matriz política del priísmo saltimbanqui. De la ley bala poblana a la ley mordaza sinaloense, nomás por dar dos ejemplos.
En Sinaloa, en realidad, el gobierno lo ejercen los grupos de interés (nótese el esfuerzo de autoprotección que hace el tecleador para no mencionar expresamente a los cárteles del narcotráfico, o concretamente a uno, el principalísimo a nivel nacional, ni a su muy ejecutivo jefe máximo hoy alojado por necesidades del sistema en una cárcel federal). Tal poder omnipresente ejerce una censura sin necesidad de leyes en esa entidad donde la violencia delictiva es asunto cotidiano. Además, el gobernador Malova practica, como sus pares en los demás estados y en el nivel nacional ocupado por uno de sus paisanos (David López, mítico en las historias de control fáctico de medios, ahora autopromovido aspirante a la gubernatura), el manejo a conveniencia del presupuesto para publicidad en medios, castigando a los críticos y premiando a los acomedidos.
Pero, aun así, Malova por sí mismo o empujado por
alguno de sus paisanos domiciliados en la capital del país impulsó la
idea de que los periodistas deberían atenerse a los boletines de prensa
en asuntos de seguridad pública y que no deberían hacer grabaciones de
audio o video, ni tomar fotografías ni indagar más allá de lo que las
autoridades decidieran suministrarles. Contra ello marcharon ayer
periodistas en cinco ciudades de Sinaloa, a pesar de que el propio Malova
ya había anunciado su decisión de mandar una contrainiciativa al
Congreso local, que también estaría dispuesto a recular en sesiones que
se realizarán en el último tercio de este mes.
Más allá de que nuevamente hayan fracasado los planes de mayor
control social explorados desde entidades importantes, es necesario
recordar que la intención mostrada en Sinaloa encaja en lo que el
peñismo ha impulsado desde su inicio en Los Pinos, cuando hizo que sus
televisoras aliadas encabezaran un intento de que los propios medios
redujeran la cobertura de hechos delictivos relevantes. Esa nueva
‘‘narrativa’’ ha sido impuesta sin mucho revuelo, según eso tratando de
distanciarse de los macabros delirios del funerario licenciado Calderón,
aunque en realidad el objetivo ha sido aparentar que la incidencia
delictiva ha bajado, lo que es falso, según las estadísticas
disponibles.
En ese caracoleo político-judicial, la procuraduría de Murillo Karam
ha hecho saber que ahora sí hay una ficha roja de Interpol para detener
al peculiar dirigente del sindicato nacional minero, Napoleón Gómez
Urrutia, economista egresado de Oxford que fue director de la Casa de
Moneda y recibió en herencia el manejo del gremio de parte de su padre,
Napoleón Gómez Sada (ácidas descripciones de Napito, en http://bit.ly/1pZQhDO
y otros Astilleros). Sobre el fieltro verde del juego de intereses
cupulares han estado Germán Larrea y su historial de explotación laboral
y enriquecimiento abusivo (recuérdese Pasta de Conchos), los
secretarios que en el foxismo enfrentaron a Gómez Urrutia (el difunto y
beatificado Carlos Abascal y el yunquista Francisco Xavier Salazar), el
vengativo Calderón y su secretario del Trabajo, Javier Lozano
(‘‘coopelas para elecciones o cuello’’), y esa cúpula sindical a la que
pareciera que el peñismo ha decidido encarcelar, mientras Carlos Romero
Deschamps y otros líderes igualmente corruptos siguen doblegadamente
libres.
Y mientras los legisladores federales que aprobaron el reformismo
peñista agregan a su historial de descrédito la recepción de bonos que
suenan a pago por favores otorgados, ¡hasta el próximo monday!