Los cambios se hacen desde el escritorio, lejos de las aulas: profesores
premiados
Desde la revolución en la enseñanza de Echeverría, todas han sido un
Laura Poy Solano | Periódico La Jornada | Domingo 18 de mayo de 2014, p. 30
rotundo fracaso, dicen
Laura Poy Solano | Periódico La Jornada | Domingo 18 de mayo de 2014, p. 30
Profesores reconocidos por su trayectoria docente, con 30 y 50 años
de servicio, afirmaron que en cinco décadas el país vivió reformas educativas de
ocurrencia e improvisación, con un alto costo para la educación de millones de mexicanos y un acelerado deterioro del trabajo del profesor.
Galardonados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) con las medallas
maestro Rafael Ramírez, por más de 30 años de docencia, y Manuel Altamirano, por
medio siglo en las aulas, aseguraron que de la misma manera que las
modificaciones que hoy impulsa el gobierno federal
comparten un mismo origen con las del pasado: se hacen desde el escritorio de los funcionarios, lejos de las aulas y de los maestros. Por ello, coincidieron, están condenadas al fracaso.
Tenemos maestros cansados, que van corriendo por las calles de nuestras ciudades de una escuela a otra aplicando planes y programas de estudio que más tardan en llegar a los salones, cuando son renovados nuevamente, afirmó la profesora Estela, quien el pasado martes recibió la medalla Rafael Ramírez por 35 años de labor educativa.
Para quienes comenzaron su magisterio en los años 60, las modificaciones a
planes y programas de estudio aplicadas desde principios de la década de los 70,
con la llamada revolución educativa que encabezó el entonces presidente Luis
Echeverría Álvarez y su secretario de Educación Pública, Víctor Bravo Ahuja,
han sido un rotundo fracaso.
Amador Tobón Velasco, con 45 años de trayectoria en las aulas y fundador de
la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), recordó que en
1972 se puso en marcha una reforma en primaria y a los Libros de Texto Gratuito
para lo que se
impuso una instrucción por áreas y no por asignaturas, con lo que concluyó el Plan de los 11 años, impulsado por Jaime Torres Bodet a partir de 1958.
Reconocido con la medalla Manuel Altamirano, narró que el gobierno federal
dio un giro a los contenidos, pero
sin considerar la formación que impartía a sus maestros. En las normales se preparaba para dar clase por asignatura, no por áreas. Los resultados fueron los esperados: un deterioro acelerado en el aprendizaje de los alumnos.
Edmundo, profesor de primaria, quien solicitó su jubilación luego de más de
tres décadas de servicio, destacó que
son muchos años de cambios, de adaptación, de hacer el esfuerzo por que los niños aprendan y al final nos dicen estás son las nuevas reglas y se acabó.
Se ha perdido la brújula educativa, advirtió,
nos mete a una reforma, luego a otra y a otra, sin claridad de qué es lo que se busca. Todos queremos una educación de primer mundo, pero se nos olvida que debemos sumar esfuerzos. A los docentes se nos pide ser los mejores, no fallar, pero se nos deja solos.
José González Figueroa, con 50 años de servicio magisterial, aseguró que tras
la revolución educativa de Echeverría llegó el Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación en 1992, en el mandato del presidente Carlos
Salinas y su secretario de Educación, Ernesto Zedillo, a fin de
jugar a una descentralización educativa que nunca se concretó, porque todas las decisiones educativas se tomaron desde la SEP.
Es la etapa de inicio de las políticas neoliberales en la educación, agregó.
Proceso que, dijo, se agudizó con las reformas que impusieron los gobiernos
panistas desde 2000 en el sector.
Se recortaron contenidos, se deterioró aún más la infraestructura escolar y se acabó por abandonar lo poco que quedaba del sistema normalistaperjudicaron profundamente a los niños y adolescentes del país. Hay quienes no saben leer, pero son muchas más los que no pueden comprender lo que leen”.
Se trata, enfatizó, de
generaciones perdidas por ocurrencias y fracasos de quienes detentaron el poder, pero también por la imposición de una visión mercantil de la educación que dejó de lado uno de los objetivos centrales de la escuela: formar seres humanos libres, críticos y con derecho a buscar su felicidad.