jueves, 20 de junio de 2013

El peso de Lázaro Cárdenas

El Correo Ilustrado-La Jornada
Allá por 1957, siendo yo un adolescente, escuché decir a Mario Gill que los ecos viejos del anexionismo se estaban confundiendo con las voces de los nuevos profetas de la penetración económica. Bueno, pues lo que está pasando con el petróleo es un ejemplo actual de esa atinada observación. Nos hablan de una modernización en Pemex que en realidad es sólo un eufemismo para no expresar con claridad que lo se quiere es abrir aún más la empresa al capital privado extranjero y nacional, porque su situación financiera no permite aprovechar su potencialidad y crecer al ritmo que podría y debería hacerlo.
Sólo que quienes penetran económicamente una empresa lo que buscan, obviamente, es que se les reproduzcan los recursos invertidos lo más que puedan y pronto. Si no obtienen esto sueltan el arpa y van a tocarla a otra parte, sin importarles el daño ecológico y de otros tipos, inclusive el económico, que pudieren ocasionarle al país.

Privatizar Pemex es un viejo sueño de la derecha mexicana y conste que yo no soy de quienes se tragan la demagogia de que el petróleo es nuestro. No, el petróleo en México es del presidente en turno y del sindicato, fundamentalmente, y después del cardenismo lo que se ha venido observando como tendencia es precisamente que todo mundo privatiza a su modo parte de la empresa y hace los grandes negocios personales y grupales. Pero hoy parece que van por todo y con todo.

Afortunadamente, veo que hay todavía una especie de miedo a la historia de México y que sólo los detiene el hecho de que la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 fue un acto reivindicatorio de la soberanía nacional y el general Cárdenas una especie de héroe de la independencia económica de México. Y eso pesa para cualquiera que desde la presidencia se quiera echar el tiro. ¿O no?

Alejandro Mújica Montoya