lunes, 20 de agosto de 2012

La lengua no tiene hueso y la CFE

por Javier Jaramillo Frikas | La Unión de Morelos
No es momento para que Felipe Calderón celebre a una de las instituciones de su gobierno que más fallan y abusan. Según estadísticas internacionales, la Comisión Federal de Electricidad de México se encuentra entre “las 10 primeras” donde mayor impunidad y abusos existen. Aquí, ni hablar, supera a las empresas telefónicas, a los gasolineros, tortilleros, a los muebleros, a empresas de bienes raíces y, seguro está el que escribe, que es la que más denuncias tiene en Profeco que nada prosperan y las que pueden buscar audiencia con Dios, con Mahoma o con Buda, pero en todas sería perder el tiempo, ni con recomendaciones de este calibre les solucionarían el problema.
El mexicano, entonces, está completamente indefenso, nunca van a tener la razón ante la poderosa empresa paraestatal, casa de auténticos ladrones como Néstor Moreno Díaz –que ayer el presidente ni mencionó siquiera--.

La Profeco es súbdita de la CFE, y que lo desmientan.

Ayer el presidente reabrió innecesariamente heridas múltiples. Una de estas cuando reconoció que sin la CFE “no hubiésemos podido desaparecer a la Compañía de Luz y Fuerza”, donde miles de ex trabajadores que se negaron a ser liquidados llevan tres años de resistencia junto con sus familias y una que va a lastimar a miles o millones: “La CFE ilumina cada vez más a los mexicanos”.

Si Calderón viviera lo de Eduardo Rodríguez Ranfla, “El Diablito” o “El Botanitas” que por una cifra apenas superior a los cien pesos le suspendieron la energía porque vivía solo y apenas salía a lo necesario. Tenía insuficiencia renal bastante adelantada y el IMSS como a muchos miles de mexicanos más, le hizo entrega de una máquina de hemodiálisis para conectarse durante las noches y dejar espacio a otros derecho-habientes en sus hospitales. Esta es una de las causas más comunes de mortandad en el país.

Rodríguez Ranfla dio vueltas en las oficinas y nadie le hacía caso, buscó operadores en las afueras, les explicó su problema, les dijo que era cosa de 36 horas y realizaba su pago, pero mientras que lo dejaran conectar su máquina, que la necesitaba para vivir. Ni caso le hicieron. Prácticamente volvió a su domicilio conocedor que lo esperaba la muerte, pero él quería vivir y la pobreza, la incomunicación –si se entera cualquiera de ustedes, queridos lectores o un servidor, cubrimos el adeudo—hizo que no viera, ya no la luz de los focos o de su maquinita encendida, sino la luz del día, la del otro día, cuando su hermano le enviaría esa cantidad y parte más para que cuando menos cumpliera otro año de vida. Dudamos que esto le interese, inquiete, entristezca o preocupe al presidente Felipe Calderón en su cauda de elogios a los arbitrarios funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad. Se notaba eufórico, muy emocionado. ¿Es verdad que el presidente de México es el hombre más informado del país? Con lo que vimos ayer en los medios, tenemos dudas. O no sabe Calderón procesar la información. La CFE es una institución desprestigiada, vista con malos ojos en muchísimas comunidades del país. Lo que habló Calderón fue en “la esfera” del poder de lo que queda de su gobierno y la paraestatal.

¿Quién deja que el presidente Calderón hable por impulso y no con el cuidado que la agenda social y política exige? Pudo haber hablado bien de la CFE sin insultar a los del SME, pero lo que jamás debió hablar es que “iluminan de luz” a los mexicanos, si son unos arbitrarios de la punta de los pies hasta su corrupta cabeza.

Pequeño ejemplo que detiene la productividad y rompe el esquema de un comerciante trabajador desde siempre, al que de paso meten en problemas económicos porque al no laborar, paga empleados y pierde materia prima. Una falla técnica quitó la energía a su negocio. Lo reportó, le dijeron que en once horas, máximo. Eran las nueve de la mañana, así que había de esperar a las once de la noche. Lo hizo, No llegaron. Se quedó hasta la una de la mañana del día siguiente y se retiró a descansar. A las cinco de la mañana le llamaron de la CFE sólo para anunciarle que no le iban a hacer reparación alguna, porque aquí en Morelos no tienen capacidad técnica para ello, deben llegar de otras partes. ¿Qué le quedaba? Tragarse la rabia y seguramente mal pensar de Calderón cuando lo veía en la TV hablando maravillas de los arbitrarios “cefeceístas”.