martes, 5 de junio de 2012

Otra puñalada de Repsol a México

¿Se acuerda usted de la enjundiosa y hasta apasionada defensa realizada por el presidente Felipe Calderón de la firma española Repsol, ante la decisión del gobierno de Argentina de nacionalizar su participación mayoritaria en su principal petrolera?
Martes 05 de junio de 2012 | Alberto Barranco | El Universal
Bien, pues hete aquí que la firma ibérica le acaba de asestar una puñalada por la espalda a la Comisión Federal de Electricidad al desconocer unilateralmente los términos estrictos de un contrato de suministro de gas natural extraído en Perú.
El golpe explica, en la carambola, el gran problema de suministro del energético en la zona Centro, Bajío y Occidente del país, a cuya vera las firmas siderúrgicas de la zona han perdido 150 millones de dólares. 

Pactado en septiembre del 2008, el contrato de la discordia obligaba a suministrarle a la paraestatal el combustible durante 15 años, bajo condiciones inusualmente ventajosas para la contraparte de ésta. 

El cálculo inicial hablaba de un pago global de 15 mil millones de dólares, de los cuales Repsol le cubriría a la firma peruana que le abastecería el combustible, apenas 6 mil. 

La ganancia de intermediación, o si lo prefiere la comisión de reventa, pues, sería de 9 mil millones de dólares, por más que el combustible se vendería a costo internacional. 

Estamos hablando concretamente, de utilizar el precio de referencia del mercado estadounidense Henry Hub, menos 9%. 

El negocio del siglo, peladito y en la boca. 

El gas natural se trasladaría al puerto de Manzanillo, con proa a la planta descompresora instalada, de donde llegaría a las plantas de ciclo combinado de la paraestatal. 

El pacto comprometía un suministro de 90 millones de pies cúbicos diarios en el 2011; 300 en el 2013, y 400 en el 2014. 

El caso es que Repsol quiere enviar sólo la mitad. 

La reversa la explica el pragmatismo de la empresa española, dado que a la firma del pacto el costo del combustible era de 12 dólares por millón de BTU’s, y hoy está en 2.5. 

Ya no nos conviene, pues. 

Lo inaudito del asunto es que hasta hoy la empresa pública no ha movido un dedo para hacer valer su derecho. 

Peor aún, ante la falta del combustible, ahora resulta que la oferta nacional, con proa a empresas industriales privadas, se está racionando para evitar desabasto a las públicas. 

La explicación oficial hablaba de que una sobredemanda de las industrias establecidas en la zona de conflicto había rebasado la capacidad de transporte de los ductos y aún la posibilidad de traslado por la vía terrestre, con el consiguiente incremento de los costos. 

Y si le seguimos, en el inaudito se está condicionando a las empresas afectadas a adquirir el gas con referencia en el costo de Manzanillo, es decir en ¡17 dólares el millón de BTU’s! 

Lo dramático del asunto es que la traición de Repsol a la devoción presidencial a su causa no es la primera en la historia reciente. 

¿Se acuerda usted la guerra que le armaron a Petróleos Mexicanos cuando elevó su tenencia accionaria al 9.8% del capital de la firma española, a espaldas del Consejo de Administración de la paraestatal? 

¿Se acuerda cuando se abrió una cruzada para defender la “hispanidad” de la compañía? 

¿Se acuerda usted, desde otro ángulo, de las formidables pérdidas que resintió la empresa pública al caer al suelo el valor de los papeles? 

¿Qué le debe México a Repsol que le dio toda la cancha para ganar la licitación para suministrar el gas natural peruano y no se atreve hoy a llevarla a los tribunales por incumplimiento del contrato? 

¿Qué se frieguen las industrias nacionales?